miércoles, 26 de mayo de 2010

QUINTUAGESIMO NOVENO CONCURSO NACIONAL DE PRESIDENTES, Copa Caracol, RCN, CM&, El Tiempo.

Los aspirantes a llevarse el cetro del primer cargo ejecutivo de la nación dan, en ocasiones, la impresión de estar compitiendo en un concurso de belleza, similar al que cada noviembre nos recuerda desde Cartagena lo pobres que somos. Sus respuestas asesoradas y dirigidas desde detrás de cámaras no distan mucho de las respuestas de las voluptuosas adolescentes que cada año pretenden conquistar el tan anhelado titulo que les permitirá vender su imagen a mejor precio. Esas damas de envidiable talento que a los dieciocho años cursan octavo semestre de medicina, hablan tres idiomas o tienen una maestría en Harvard University, cuyos personajes preferidos son el papa, García Márquez y que trabajaran en su reinado por la paz mundial. A ese triste final han sido conducidas las otrora serias campañas políticas gracias a la influencia de los medios masivos de comunicación. Los candidatos venden su imagen, se maquillan, aprenden a caminar, a vocalizar y a mirar a las cámaras como modelos publicitarios, con más eficacia que a desarrollar una discusión temática en un escenario académico. Sustentar programas de gobierno no resulta más eficaz que asistir al salón de belleza o a una clase de glamur.

Obviamente no pretendo satanizar la elegancia propia de las buenas maneras y del correcto uso del lenguaje, cosa muy importante a la hora de generar confianza, pero si señalar que hay cosas más importantes que discutir a la hora de pensar en gobernar un país.

Meditando alrededor de estos avatares políticos me aborda una idea que me gustaría proponer a los medios masivos de comunicación o a las grandes empresas de consultoría y encuestadoras. Alguien podría estar lo suficientemente afectado para tomarla en cuenta. Se trata de una encuesta temática doble o triplemente cegada. Esto, en los mejores términos estadísticos significa que ni los encuestadores ni los encuestados conocen los posibles resultados y quienes procesan los datos constituyen un tercer equipo independiente, que tampoco tiene acceso a la información primaria ni a las posibilidades de respuesta. Aclarando además que ninguno de los equipos participantes puede conocerse entre sí.

Imagine entonces, en este orden de ideas, una encuesta en donde no se esté solicitando la opinión o intención de voto sobre los candidatos sino sobre sus programas. Sin mostrar el rostro de los personajes se escriben en columnas separadas los diez principales puntos de cada programa de gobierno, en forma clara, puntual y concreta, documentos entregados por las mismas campañas a través de sus jefaturas de prensa, luego se asignan letras a cada columna (plataforma programática) que se identificarían como A, B. C, D, E, F, etcétera, tantas como candidatos o programas de gobierno haya, por último, después de haber leído cada una de las propuestas, sin saber a qué candidato corresponden, los ciudadanos participantes deben elegir una de ellas. Encuesta que podría hacerse personalmente, por internet y hasta por teléfono. Les aseguro que nos llevaríamos grandes sorpresas.

No pretendo de ninguna manera desconocer la importancia que el conocimiento del individuo ejerce en la generación de confianza por parte del elector, pero sería un interesante ejercicio auto reflexivo que nos cuestionaría sobre lo verdaderamente importante para cada uno de nosotros a la hora de elegir gobernantes, que de paso contribuiría al fortalecimiento de la democracia y el estado social de derecho. Les dejo la inquietud.